Si mis abuelos vivieran, esto les produciría a ambos un infarto cerebral, ya que ellos lucharon contra la corrupción, como tantos jueces hoy en día lo hacen, por ello nunca accedieron a las ternas de Lima, por que para ello, debían pagar por ese privilegio y mis abuelos no lo aceptaron, prefirieron trabajar en provincias y alejados de sus familias, a riesgo de dejar a sus esposas e hijos. Ellos, por lo que siempre lucharon fue por impartir la justicia equitativamente y sin recibir un sol extra, ¿cómo pudieran los jueces de tantos distritos judiciales impartir justicia sin pedir coima? ¿cómo enseñar a los secretarios y tantos otros servidores judiciales a trabajar con sinceridad y honestidad en el puesto en el que están?
Es bien sabido que los jueces probos se cuentan con los dedos de la mano, pero así y todo, como cualquier ciudadano, confiamos que la justicia llegue a todos por igual y que los encargados de impartirla se decidan por hacer las cosas bien, en honor a la investidura que ejercen.
Mis abuelos, fueron Presidentes de las Cortes de Ica y Tacna y durante los años que vivieron en estas y otras ciudades del interior del país dejaron huella por la probidad de sus actos.
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