Y seguimos en la disyuntiva esta segunda vuelta será de polendas y de recordación nacional por lo especial de la misma, nadie quiere a ninguno de los dos, pero necesariamente uno de ellos habrá de gobernarnos.
Un país como el Perú lleno de matices, mitos y leyendas no podía quedarse atrás, por ello estamos como estamos, luchando por una economía de mercado liberal y por un nacionalismo apabullante y con corrientes extranjeras, ganará el que mejor oriente sus bases y consiga el equilibrio.
Que Dios nos coja confesados y que el país de todas las sangres sepa escoger por un presidente que se vaya al término de sus cinco años, no queremos más.